Los que disfrutamos en su día de las máquinas recreativas tenemos un dulce recuerdo de la recompensa máxima que suponía pasarse el juego: la tabla de puntuaciones. Ver nuestro nombre, en tres letras, grabado en la pantalla era todo un hito que estaba al alcance de muy pocos: los habilidosos o los que tenían la cartera llena de monedas de cinco duros.
Comentarios
Así se fomenta la ludopatia y el alcoholismo al mismo tiempo,¡ buena idea !.
¡Mucho mejor que poner las iniciales en el "Hall of Fame"!
pues que sean un par de birras!!