Parecía un domingo cualquiera, anodino, en el que en muchas familias americanas se repetía el sempiterno ritual con el que remataban los momentos crepusculares de la semana: apurar la cena, lavar los platos, encender la radio. Una rutina invariable, de esas que retratan y compendian el espíritu de una época. Esa noche, sin embargo, era 30 de octubre, víspera del […]
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Si hubieran prohibido la radio en ese momento ahora igual no teniamos ni tele ni esa maldad llamada internet
(desde minuto 5)