Hace un par de semanas entablé conversación con un chaval en la cola de un concierto. Un chico joven bastante agradable y con pinta de buenazo. A los 5 minutos de estar hablando ya me dijo que acababa de llegar a la ciudad porque su mujer lo había denunciado por malos tratos e, inteligentemente, había preferido poner pies en polvorosa hasta que le llamen para el juicio.
Me confesó que su mujer le pilló in fraganti follándose a otra y no se lo tomó nada bien. Una pareja sin hijos afortunadamente.

Lo que me resultó curioso no es lo que el tío me contó, sino que me lo contara tranquilamente siendo yo un desconocido y que además que yo le creí sin dudarlo. Nadie se atrevería a contar que le han denunciado por violación, por pederastia o por robar cobre porque no le creerían pero, al menos en mi entorno, ni hombres ni mujeres se creen las denuncias por violencia doméstica que suceden a nuestro alrededor. La gente habla tranquilamente de historias en las que a tal o a cual le han denunciado para quedarse con la casa y bla bla.. y todo el mundo se lo cree. Y sí, las mujeres también se lo creen.

¿No es cierto? probar a inventaros una historia en la que a un amigo vuestro lo han denunciado por malos tratos para quedarse con la custodia de los niños y ver la reacción de la gente. No sólo no hay estigma social contra el supuesto maltratador sino todo lo contrario, hay empatía. Y esto lo han conseguido los y las feministas, y sobretodo los políticos que les han dejado convertir lo que debería ser una lucha contra la violencia doméstica que protegiera a todos por igual en una revancha contra los hombres. Pues esto es lo que han conseguido, y si siguen con la misma beligerancia llegará un momento en que pasará lo mismo en las denuncias por violación.