Hecha la ley, hecha la trampa. Tras una larga lucha, las asociaciones de consumidores conseguimos que la nueva Ley del Etiquetado obligase a ofrecer más información sobre lo que nos llevamos a la boca. Las marcas respetan esta nueva ley, pero recurren a la letra minúscula para poner las verdades que nos interesan. ¿De qué sirve incluir la información esencial si se hace de manera prácticamente ilegible? Te pescan con un gancho en letra grande y esconden la verdad para que no la encuentres.
Comentarios
Ya nos lo advirtió una gran mente:
#4 Bueno, comida china... Hablaba de lo que se entiende aquí por pedirla. Digamos que es """comida china""".
Pero bueno, ninguno teníamos ganas de cocinar, mis propuestas de pedir a otros sitios o de hacer pasta para todos no triunfaron... Pues por no ser el rarito que se hacía algo a parte. Como me había levantado a las tantas, acababa de desayunar, apenas tenía hambre y la compañía era buena... Pasé por el aro.
Yo sí.
Salvo hace unos días, que el hermano de mi compañero de piso vino a comer con su novia, estaban mis compañeros de resaca, propusieron (y por desgracia triunfó) la idea de llamar a un chino y pedir para todos... Y no, ese día no tengo ni puta idea de lo que comí. Es la primera vez en mi vida (y prometo que intentaré que sea la última) que pido comida china y realmente la leyenda es cierta, la mitad de los ingredientes no era capaz de distinguirlos.
#2 Seguramente comerías de todo menos comida china. ¿Os habéis fijado en lo que comen los empleados de los restaurantes chinos? Eso SI es comida china. Lo que nos dan no lo se, yo la última vez que fui a uno me puse cerdo de gambas rebozadas y al día siguiente estaba malísimo, desde entonces no soporto las gambas. Algo parecido me pasó con los guisantes, que lástima, son dos comidas que me encantaban.
¿Hace falta que lo cuente?
#3 mmhh...
¿Leemos lo que compramos?
P.D: y una cosa no quita la otra.