“Si estáis esperando un cambio espectacular de la doctrina, os vais a desilusionar”, ha dicho el presidente del sínodo a los periodistas. El papa Francisco pide a los obispos que hablen con libertad, pero sin perder de vista que la última decisión no les corresponde a ellos.
Hombre, pues yo agradezco esta claridad, y sobre todo lo que dice el llamado Cardenal Erdö, que más claro imposible. Sobre todo porque leyendo las chorradas que circulan por ahí, parece que algunos periodistas están empeñados en plantear el siguiente panorama: el héroe papa Francisco desea que todos los católicos puedan abortar y divorciarse sin cargo de conciencia. Además, está dispuesto a bendecir y casar a todos los gays del universo. Pero los malvados cardenales, agrupados en la oscura KURIA, luchan denodadamente por impedírselo.
Que no, joder, que no. Que es lo de siempre, pero que Francisco no quiere a traten mal a los homosexuales porque eso no está bien.
Ahora, de ahí a casarlos por la Iglesia…
Pero, vamos, me reafirmo en lo dicho, se agradece la claridad. Entre tanto artículo papanatas, es bueno alguno que llame al pan pan y al vino vino.
A ver, es que no pueden. La construcción formal de la doctrina está hecha de tal forma que no hay vuelta atrás. La iglesia proclama su doctrina a base de dogmas. Y los dogmas la propia iglesia los reconoce como verdades inmutables, incuestionables e irreversibles, que una vez proclamadas por un papa o un concilio, no pueden ser retiradas del cuerpo doctrinal ni siquiera por una fuente de autoridad del mismo rango (otro papa u otro concilio). Los dogmas ya proclamados están ahí para todos los tiempos. Lo único que puede ir variando a lo largo del tiempo es la interpretación de los mismos, digamos la forma en la que ese dogma se lee y se aplica a cada momento. Si lo asimiláramos al ordenamiento jurídico, diría que la ley ya nunca cambia, aunque pueda ir cambiando el reglamento que la desarrolla. Pero son cuestiones de detalle. Lo fundamental es inmutable.
Si hablamos de "doctrina" me acuerdo de Ratzinger y la Congregación para la doctrina de la Fé esa institución de Roma donde tenían puesto por escrito y en latin, que ante las denuncias de temas sexuales, había que amedrentar con la excomunión. Y fue Ratzinger quien se encargó de que se cumpliera dicho texto.
Tantos años considerando a los feligreses unos mentirosos que quieren desprestigiar a la Iglesia, que resulta que eran ellos con su desconfianza y desprecio quienes lo han hecho.
Una institución que se ha ganado a pulso expulsarla de la vida pública, por violadores y encubridores. Que aprendan a desconfiar de si mismos, que bajen el púlpito y se vean como lo que son: pecadores como les hizo su amado dios.
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Hombre, pues yo agradezco esta claridad, y sobre todo lo que dice el llamado Cardenal Erdö, que más claro imposible. Sobre todo porque leyendo las chorradas que circulan por ahí, parece que algunos periodistas están empeñados en plantear el siguiente panorama: el héroe papa Francisco desea que todos los católicos puedan abortar y divorciarse sin cargo de conciencia. Además, está dispuesto a bendecir y casar a todos los gays del universo. Pero los malvados cardenales, agrupados en la oscura KURIA, luchan denodadamente por impedírselo.
Que no, joder, que no. Que es lo de siempre, pero que Francisco no quiere a traten mal a los homosexuales porque eso no está bien.
Ahora, de ahí a casarlos por la Iglesia…
Pero, vamos, me reafirmo en lo dicho, se agradece la claridad. Entre tanto artículo papanatas, es bueno alguno que llame al pan pan y al vino vino.
A ver, es que no pueden. La construcción formal de la doctrina está hecha de tal forma que no hay vuelta atrás. La iglesia proclama su doctrina a base de dogmas. Y los dogmas la propia iglesia los reconoce como verdades inmutables, incuestionables e irreversibles, que una vez proclamadas por un papa o un concilio, no pueden ser retiradas del cuerpo doctrinal ni siquiera por una fuente de autoridad del mismo rango (otro papa u otro concilio). Los dogmas ya proclamados están ahí para todos los tiempos. Lo único que puede ir variando a lo largo del tiempo es la interpretación de los mismos, digamos la forma en la que ese dogma se lee y se aplica a cada momento. Si lo asimiláramos al ordenamiento jurídico, diría que la ley ya nunca cambia, aunque pueda ir cambiando el reglamento que la desarrolla. Pero son cuestiones de detalle. Lo fundamental es inmutable.
Bueno, a ver si en otros dos milenios...
Si hablamos de "doctrina" me acuerdo de Ratzinger y la Congregación para la doctrina de la Fé esa institución de Roma donde tenían puesto por escrito y en latin, que ante las denuncias de temas sexuales, había que amedrentar con la excomunión. Y fue Ratzinger quien se encargó de que se cumpliera dicho texto.
Tantos años considerando a los feligreses unos mentirosos que quieren desprestigiar a la Iglesia, que resulta que eran ellos con su desconfianza y desprecio quienes lo han hecho.
Una institución que se ha ganado a pulso expulsarla de la vida pública, por violadores y encubridores. Que aprendan a desconfiar de si mismos, que bajen el púlpito y se vean como lo que son: pecadores como les hizo su amado dios.
La gran ramera...