José Calvo Poyato escribe en las primeras líneas de su ensayo que el descubrimiento de la cueva de Altamira fue "una aventura digna de una novela". Hoy a nadie se le ocurre dudar de su trascendencia pero a finales del siglo XIX el hallazgo de Marcelino Sanz de Sautuola cayó como una bomba no sólo dentro de las fronteras de la conservadora sociedad española. La Iglesia y los darwinistas se toparon con una realidad que afeaba sus tesis y, claro está, había que desmontarla para que sus postulados siguieran teniendo validez.
Comentarios
En realidad eran humanos modernos. Más bien en contra de la idea de tiempo de algunos no contra darwin ...