Es curioso la de recuerdos y sensaciones que pueden provocarnos las fotos de unos envases viejos. Plásticos, bolsitas y paquetes que en su momento no nos duraban en las manos más que unos pocos segundos y que hoy se convierten en un tesoro. De pequeños salíamos de la tienda de chucherías arrancando los envoltorios para tirarlos y atacar al chicle, pastelito o lo que fuese. Hoy queremos rendir homenaje a todos esos envases que, con sus colores y formas, nos hacían elegir el producto en la tienda y a los que nunca supimos agradecer su labor.
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Los gusanitos rufinos son los mejores que han existido nunca
¡Falta este!
Y el Tulicrem de 3 sabores