Muchos insectos que viven en zonas templadas tienen que restringir su período de desarrollo y reproducción a unos pocos meses durante el verano y sobrevivir el resto del año sin alimentarse mientras afrontan los rigores del invierno. La disminución de las horas de luz a finales del verano constituye la señal para que su desarrollo se ralentice, entrando en un estado denominado diapausa.