Hace 15 años | Por repapaz a xlsemanal.com
Publicado hace 15 años por repapaz a xlsemanal.com

[c&p] El asunto es conocido, así que ahorro nombres y detalles: un caballero acude en socorro de una mujer a la que maltratan, el maltratador le da una paliza que lo deja a las puertas de la muerte, y la maltratada se pone de parte del maltratador. En el fondo es buen chaval, argumenta la churri. A ver quién le ha dado al otro vela en el entierro.

Comentarios

j

2#De la calle, no del diccionario. Uno de los temas de La excepción, el grupo del madrileño barrio del Pan Bendito -el panben, para ellos- se titula "jambo loco".

maga59

El maltrato a la mujer a golpes equiparado a que una mujer lleve velo???. Está claro que 'Patente de corso' es un título adecuado para sus columnas.
Compara maltrato en la calle de los tiempos que narra, que todo apunta a ambientes de chulos de putas, con el actual, el que sufrimos por no dejarnos pisotear. En aquellos momentos (que son los míos) el maltrato a la mujer que hoy observamos en los hogares 'más normales', no se exhibía en la calle, las mujeres lo aguantaban todo o se iban del hogar y dejaban a sus hijos en manos del marido para evitar males mayores.

Quiero decir que en mi tierna juventud llevé velo, no se podía entrar en una iglesia católica si no lo llevabas puesto. Y aquí estoy, no me maltrata nadie por eso. Qué manía de liarlo todo!

H

A mí lo que me parece raro es el léxico que utiliza Reverte ultimamente. Se ve que desde que le han hecho académico se pasa la vida buscando la palabra más rara en el diccionario. Antes usaba un lenguaje más normal, y me parece que es una de las cosas que le han hecho triunfar. A la gente no le mola tener que estar buscando en el diccionario (garimba, jambo, etc) para enterarse de algo, aunque luego digan que mejora la prosa. Me parece a mí que la buena prosa es otra cosa y que Reverte es quien es precisamente porque usaba una más directa y sin tanto giro para hacer bonito. No sé no (Raul mode).

maga59

Imperdonable se me olvidó poner la fuente ....

http://cuadernodelengua.com/cuaderno19.htm

maga59

Anécdota personal: iba a enviar este comentario como noticia a menéame, pero dicen que tengo poco Karma . Así que os dejo este singular documento de Victoriano Colodrón Denis, que tuvo el honor de asistir al discurso de Reverte para entrar a la Real Academia, y lo narra con gran estilo...y las impresiones fueron, mejor lo leéis.

Copiado literalmente, pero buscando lo que más interés (bajo mi punto de vista) tenía:

Yo estuve allí y lo puedo contar. Quiero decir cuando Pérez-Reverte ingresó en la Real Academia.

Pero es que lo primero es lo primero, y lo primero fue la calorina, el bochorno, el arreón del calor en esa tarde infernal de junio, antes y después del discurso, y también durante, porque en el salón de actos de la docta corporación no había aire acondicionado y nos asfixiábamos, sudando la gota gorda, mientras el nuevo académico de la lengua no terminaba nunca de leer su discurso larguísimo, y quienes no llevábamos abanico teníamos que confiar en que María volviera a agitar el suyo, de color rojo, para aprovechar el poco airecillo que así nos mandaba, y cuando no, agitábamos sin mucha fe, aturdidos de calor e incredulidad (¡cómo es posible que no tengan aire acondicionado!), los tarjetones de la invitación: La Real Academia Española invita a D.... a la junta pública...

Ya sentado en la presidencia, Felipe de Borbón invitó a los dos miembros más recientes de la corporación, Luis Ángel Rojo y Margarita Salas, a “introducir” en la sala al académico electo, y allá que se fueron con su encomienda el economista y la científica, abandonaron sus sillas para recorrer el pasillo alfombrado en dirección contraria a la del príncipe un minuto antes, a buscar al novelista, que les esperaba fuera.

Cuando entraron, el dúo se había tornado trío, y a su frente avanzaba Pérez-Reverte entre los aplausos entusiastas de la concurrencia, inusuales, al parecer, en estas sesiones. Sonriente, con gesto de confianza, casi confianzudo, avanzaba el escritor, y a grandes pasos, muy rápido, tal vez queriendo apurar cuanto antes ese mal trago, y por eso a demasiada distancia de sus “introductores”, que se veían incapaces de acompasar la marcha a las zancadas del cartagenero, que además andaba con la cabeza ladeada, “columpiando la estatura y meciendo la persona” -como luego diría él del jaque setecentesco protagonista de su discurso-, quizá con una campechanía exagerada para restarle solemnidad al paseíllo o desmentirla de alguna manera. Acomodado el nuevo académico en su silla, ante una mesita minúscula y un micrófono, el príncipe le dio la palabra para que empezara a leer sus folios.

Y tan entretenido que estaba yo, cómo no iba a estarlo con ese venga a levantarse y sentarse gente, ese traspaleo de excelentísimos y altos magistrados del idioma alfombra arriba y abajo, tan ricamente que se me habían pasado esos dos o tres minutillos, y hasta se me había olvidado el calor. Pero aymé, que todavía tenía que discursear el discurseador, y ya sabemos que son rarísimos quienes hacen caso de lo que decía Cervantes, aquello de que no hay razonamiento que, aunque sea bueno, siendo largo lo parezca, y no había por qué esperar que estuviera entre ellos Pérez-Reverte.

Que empezó a leer quizá demasiado rápido, con dicción por momentos imprecisa, sin llegar a ser atropellada pero tampoco del todo clara, y de esa manera, tras el recuerdo de rigor del gran don Manuel Alvar, el académico que le precedió en el sillón de la letra T, encaminó el discurso a su meollo, El habla de un bravo del siglo XVII, ¡aymé!, y qué calor que empezó a hacer otra vez.

...no puedo dejar de declarar que el discurso de Pérez-Reverte, si al principio me sorprendió y al breve rato me aburrió, después de media hora larga y sin visos de terminar (y yo venga a mirarle las manos, para ver cuántos folios quedaban en el mazo de los aún no leídos, y cómo iba menguando), después de todo ese tiempo, digo, me resultó francamente cargante. Y María que no se prodigaba con el abanico rojo.

“Enfunda luego las gambas en las cáscaras, las medias, y después se calza lo que algunos germanes llaman duros, o pisantes, pero que él prefiere denominar calcos...”.

Narrativamente chato, amén de eterno, me pareció el relato de un día en la vida del rufián español del siglo diecisiete, mera excusa para demostrar su dominio de la germanía de la época. “Pero si no hacía falta que justificara de esta manera su elección como académico”, decíame yo para mí, “si para todos está claro que se le ha elegido por su éxito como novelista, y que esa sea razón suficiente para entrar en la Academia ya pocos lo discuten; si no necesitaba exhibir ningún mérito lingüístico o filológico –y este desde luego no lo es- más allá del buen uso que haga del español para contar historias...”.

“...tachonado de cuero, que así llama él al cinto, con espada, o mejor toledana, de cazoleta y grandes gavilanes, larga de seis o siete jemes, casi palmos..”.

Después de diez o quince minutos, esto a mí ya casi no me dolía, estaba insensibilizado, y hasta daba en sonreír cuando el texto intentaba alguna gracia, aunque sólo fuera para acompañar la sonrisa contagiosa y muy simpática del príncipe, allá abajo en la mesa presidencial, y a veces me echaba para atrás en el banco y dejaba de ver al novelista unos segundos, luego me inclinaba hacia delante otra vez y apoyaba la cabeza en la mano derecha, vuelto a la izquierda para verle de nuevo, y entonces el abanico rojo de María, en rápido parpadeo que se superponía al de mis ojos, me lo ocultaba y me lo volvía a mostrar con intermitencia eléctrica, ahora sí ahora no ahora sí ahora no ahora sí ahora no, y eso era entretenido también y además refrescante, aunque parecía que algo de aire corría desde hacía unos minutos, no podía venir sólo del abanico rojo de María, tal vez llegaba del patio de butacas, y mientras tanto Pérez-Reverte continuaba inmisericorde su monótono despliegue de los términos y las expresiones que conformaban la jerga de jaques y rufianes en el Siglo de Oro español, para eso igual le habría valido una lista de equivalencias, un vocabulario, cada palabra con su significado, en lugar de armar este cuento aburridísimo...

“el siete o la sota en forma de teja o boca de lobo, astillarlo con una marca o un raspado o hacerle la ceja para reconocerlo, despluman a chapetones incautos con barajas a las que también llaman huebras...”

“Muchas gracias”, dijo por fin el novelista, y tras una ovación atronadora, tomó la palabra Gregorio Salvador, uno de sus padrinos en la Academia, para contestarle y hacer su elogio. Con un discurso bien hilado, claro y ameno, en el que afirmó que el que acabábamos de escucharle a Pérez-Reverte de seguro nos habría dejado “entre admirados y estupefactos” por su “maestría”.

“Estás ya en tu sitio, Arturo, estás donde debías, en la Real Academia Española. El camino ha sido arduo, los trabajos muchos, duro el vivir. Pero has alcanzado la cumbre, como los soldados griegos de Jenofonte (¡zalasa!, ¡zalasa!), y has llegado a esta casa, que va a ser la tuya...”.

Así es que así es como viví yo esa alta ocasión y episodio singular en la vida oficial del idioma, y en orden creo que lo he contado, y con detalle, y sin inventarme nada.

Maga59 dice: [Un saludo cordial a todos los que con vuestro tesón lograsteis que fuera considerada persona non grata para menéame ]

D

#2 el problema no es que Reverte use términos rebuscados, el problema es que en España no se lee un puto libro decente y no conozcas esos términos.

A ver, guapetón, llevo leyendo a Reverte mucho tiempo, y jamás he visto que use términos raros, si acaso cuando pone parte de los barcos, sí me pierdo, porque no estoy familiarizado con la jerga marítima; pero ole tus cojones por ponerte a un nivel intelectual tan bueno, se nota que tus lecturas no pasan del lenguaje que usa Dan Brown en el Código da Pena.

«¡Dejadlo, dejadlo, hijos de puta! –gritaba desgañitándose–. ¡Dejadlo!

¿Desgañitándose te parece raro? ¿Nunca has leído esa expresión? No sé, es que me sorprende bastante tu comentario, sinceramente si te pones a leer los artíclo de De la Prada, lo flipas en colores con su lenguaje.

#5 Reverte usa mucho la ironía, es fácil captarla hombre..... hay que leer con atención, y entre líneas....

maga59

#15 usé el velo, como digo en mi comentario y no lo usé a perpetuidad. Parece que nos olvidamos de lo que era España hace 30 años. Nada es perpetuo, todo evoluciona.Incluso el maltrato dentro de 30 años se analizará como algo del pasado, entretanto toca contar mujeres muertas, por desgracia. Creo que el paralelismo que establece Reverte no es ingenuo, está perfectamente enlazado para que pensemos que se pueden establecer relaciones entre ambas situaciones y me parece poco honesto.

Nodens

#14 Usa el tema del velo como comparación de algo que se perpetua por "complicidad" de las propias victimas no lo compara en gravedad.

w

10 sobre 10, amigo Reverte

D

Qué cabrón es Reverte y como le mola no molar. lol

Zorras zafias señales digitales transmiten este perro comentario en la que sólo ruines tipejos de la derecha y la izquierda me sudan los escafoides, y sólo yo molo que te cagas.

Fingolfin

#2 Palabras como "garimba" o "jambo" no son palabras cultas que uno busca en el diccionario, son palabras que se utilizan o utilizaban en ciertos ambitos marginales.

D

Hace falta valor para decirle a un tío que está currando a una tía "Eh, colega, ¿qué cojones crees que estás haciendo?". Ninguno somos unos valientes, pero...
Da igual que la tía esté ciega y defienda al que la pega: hay que impedirlo.
PD: Me ha pasado y no me arrepiento.
PD2: Minutos más tarde estaban de besitos y de arrumacos de amor, ella con el pómulo como el del Poli Díaz en sus peores tiempos.

AitorD

#2 Curiosa lógica la tuya: "yo no conozco el término, luego es rebuscado". Supongo que no se te ha ocurrido la otra posibilidad: "no lo conoces, luego tu vocabulario es mejorable"

Ese vocabulario proviene de la jerga carcelaria y rufianesca del Siglo de Oro, muy utilizada en sus novelas de la serie de Alatriste, y sobre la cual versó su discurso de ingreso en la Real Academia Española.
http://www.elpais.com/articulo/cultura/Perez-Reverte/ensalza/habla/rufianesca/Siglo/Oro/entrar/Academia/elpepucul/20030613elpepicul_4/Tes

AitorD

Discurso de ingreso en la RAE: "El habla de un bravo del siglo XVII"
http://www.capitanalatriste.com/escritor.html?s=cementerio/ce_discurso_rae

D

Resumiendo, que a las mujeres nos gusta que nos peguen. Reverte al desnudo, luciendo su despreciable misoginia una vez más. Muy literario y muy culto todo, eso sí.

D

Este Reverte lo borda una vez mas.

repapaz

Podría contarles más bonitas y edificantes historias como ésas, y no sólo de individuos e individuas. También entre pavas se dan su ajo. Tengo una preciosa sobre una conocida feminata que varea con frecuencia a su pareja, y la otra sigue allí, encantada, mientras ambas denuncian con mucho garbo y energía el machismo repugnante de la sociedad española.

Me ha parecido muy triste pero a la vez ¨igualador¨¨ el caso de las feministas...

f

Ya lo decía Sabina, no hay se humano que eche una mano a quien no se quiere dejar ayudar.

H

#10 No, si ya, pero me da lo mismo que las busque en el DRAE o en el Tocho cheli de Ramoncín, el caso es que antes no se andaba con tantos manierismos.

MalditoFriki

Está muy bien lo que nos enseña Reverte. Es preferible dejar que un desquiciado se cargue a su mujer delante tuyo a intentar hacer algo para evitarlo porque, total, nadie te va a dar las gracias.

Se nota que este señor es un intelectual cultivado que se preocupa por mejorar la sociedad en la que vive.