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Los gobiernos francés e italiano, de derechas, implantan medidas para ciudadanos con rendas bajas, a cargo de nuevos impuestos sobre el capital. Mientras, la España socialista propone que el ICO ayude las grandes empresas y se plantea hasta una posible amnistia fiscal. Traducción en el primer comentario.

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«Impuestos Roben Hood» y transparencia

Los gobiernos francés e italiano, de derechas, implantan tributos a favor de los pobres, mientras el España socialista propone que el ICO ayude las grandes empresas y se plantea, incluso, una posible amnistía fiscal

Francesc Sanuy. Abogado y exconsejero de la Generalitat.

En agosto del 2007, cuando estalló la burbuja de las subprime a los EE.UU., ya se veía venir una reacción en cadena. Algunos comentaristas han usado la imagen del choque de un tren a cámara lenta para describir los hechos. Primero se produjo la topada de la locomotora inmobiliaria y, después, las de los vagones del crédito, de los bancos de inversión, del interbancario, de las aseguradoras, etc. El pánico afectó el sistema financiero y, por la vía del efecto dominó, sacudió un montaje a punto de hundirse como un castillos de naipes. Los especuladores que se habían enriquecido con el diner barato y la enorme expansión de créditos que, irresponsablemente, se habían concedido sin garantías de solvencia, reclamaron la intervención del Estado para hacer pagar el pato a los contribuyentes. De aquí llora la criatura, porque la financiación de la economía acompañado de la socialización de las finanzas y de las pérdidas, equivale a la inmoralidad de permitir que unos traigan la codicia hasta el extremo de un enriquecimiento obsceno y que, además, hagan perversas acrobàcies con la red protectora del Estado, mientras las víctimas inocentes –los contribuyentes modestos– pagan daños y perjuicios. En un país como nuestro, en el cual quien soporta la carga del esfuerzo fiscal son las clases medianas y los asalariados –y no paso las grandes fortunas–, es una auténtica vergüenza que el gobierno invoque los argumentos de siempre para justificar la suprema injusticia que paguen justos por pecadors. La excusa es siempre la misma. No es que con el dinero de los pobres apoyamos a los cobdiciosos financieros, sino que salvaguardamos el sistema de pagos. El que protegemos es, pues, el mecanismo que hace que las personas normales y las empresas de la economía real y productiva hagan y reciban pagos y obtengan financiación para funcionar. En realidad, se nos dice que los bancos y cajas son servicios públicos de primera necesidad que no pueden hacer fallida y, en lugar de sacar la derivada lógica, que seria no dejar esta actividad en manos privadas de avariciosos insensatos, resulta que se nos quiere hacer creer que, por el interés general, los contribuyentes debemos ser los paganos del rescate de unos multimilionaris sin escrúpulos. Cada vez que estallaba una burbuja tecnológica o de la Long Term Capital Management, o de las cajas de ahorros americanas, se decía que nunca jamás no se podría repetir un rescate de los culpables a expensas de la pobre buena gente. Pero, inevitablemente, se practicaba el «volvamos que no ha sido nada» y los poderes públicos repetían la jugada. Los sindicalistas de la industria del automóvil de Detroit se preguntan por qué un obrero debe perder el trabajo y la mitad de la jubilación mientras los financieros que han arruinado los bancos se van con 40 millones de euros. Por qué no rescatan también la General Motores o los fabricantes de figuretes de enanos con fanalets para el césped de los jardines? O por qué no ayudan quienes no pueden pagar la hipoteca? Realmente, se pueden primar los presuntas delincuentes que investiga el FBI como eventuales causantes de un cataclismo basado en irregularidades cometidas fuera de la ley? Este golpe quizás no será tan fácil repetir la clásica jugada. Tras una escandalosa actuación de Wall Street y de sus satélites a los diferentes países, habrán de pasar muchos años porque algún mejillas ose volver a defender los principios de un mercado libre inexistente y la noción del laissez faire, laissez passer, le monde ira de lui même. Sobre todo porque se ha demostrado que quería decir laissez pisser, naturalmente, a la oreja del contribuyente honrado. Por eso es por lo que algunos dirigentes políticos han escenificado pequeños gestos a favor de los damnificados. El gobierno de Corea del Sur grabó con un impuesto extraordinario los beneficios abusivos de las petroleras con objeto de subvencionar los precios de la gasolina de taxistas, transportistas, pescadores y automovilistas. Sarkozy propone una refundación del capitalismo. afirmó que el objetivo de los bancos debe ser financiar el desarrollo y no la especulación. Se debería limitar la remuneración de los ejecutivos y quienes hagan perder los ahorros a los modestos dipositants deberán ser castigados penalmente. Todo esto no se puede resolver con paliativos, sin prevención, control y transparencia. El presidente francés dijo que la economía de mercado sólo puede funcionar con una regulación que no permita la actual ley de la selva. Y propuso la RSA (renta de solidaridad activa) para ayudar los desempleados y reformar las prestaciones sociales, un proyecto que se financiará con un suplemento de un 1,1% sobre los impuestos de rentas del capital. en Italia también se han planteado medidas de redistribución. El ministro Tremonti ha replicado a la petulancia del sorpasso que proclama Zapatero. Dice que no se ha enterado de la riqueza industrial italiana que está domiciliada en Luxemburgo, ni de las inversiones a la Asia y a la Europa Oriental y calla el peso de la economía sommersa. Pero ha anunciado un aumento de los impuestos sobre empresas energéticas y bancos por pagar las tarjetas sociales de 300 euros de ayuda para los que no pueden cubrir las necesidades más perentorias. Dos gobiernos europeos de derechas, pues, implantan tributos Roben Hood, a favor de los pobres, mientras que en España los soi-disant socialistas hablan que el ICO ayude las grandes empresas y de una posible amnistía fiscal. No sería más bien la hora de hacer el mismo que han hecho en Italia y Francia y que se hicieran también públicas las declaraciones del IRPF? Recuerden que se ocultaron porque hace muchos años el empresario Suñer (Avidez) de València fue secuestrado y se dijo que divulgar el patrimonio podía ser un riesgo. Pero ahora que todos los del Íbex 35 se mueren de ganas de salir a la lista de los superrics del Forbes, quizás convendría que pasaran la vergüenza de retratarse con toda la ingeniería de evasión fiscal que practican insolidariamente.

NOTA: TRADUCCIÓN AUTOMÁTICA, PUEDE CONTENER ERRORES

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Todo el mundo sabe que este gobierno nuestro de socialista solo tiene el nombre.