Hace 15 años | Por --99633-- a xlsemanal.com
Publicado hace 15 años por --99633-- a xlsemanal.com

Mi episodio favorito con esto de los libros y quienes los venden ocurrió hace un par de años en la estación del AVE de Sevilla, y celebro tener hoy pretexto para contarlo. Estaba sentado en un banco, leyendo un libro mientras esperaba la salida de mi tren. Una atractiva jovencita muy maquillada, con falda corta y piernas espectaculares, se me paró delante, llevando en las manos una carpeta llena de papeles y una revista del Círculo de Lectores. «Hola –me tuteó sonriente, con tonillo frivolón y ligeramente pijolandio–. ¿Te gusta leer?» La miré p

Comentarios

D

Se queja porque en alguna ocasión no sepan de libros. Pues con ordenadores y gadgets nunca me he encontrado con gente que supiera lo que estaba vendiendo!

D

#6 Si claro, ahora hay que leerse todo el puto catálogo que estas vendiendo en los tres meses que dura el contrato (o lo que sea).

O

Creo que os quedais en la superficie del artículo...es una crítica más profunda al estado de nuestra sociedad, en cuanto a la explotación laboral y el bajo nivel cultural y educativo.

D

#15 ¿El ser heterosexual y sexista gilipollas manipulable por dos tetas va relacionado según tú?

D

..La miré por este orden: piernas, ojos, revista del Círculo. «Algo», respondí,.

D

Manda huevos pretender que las empleadas que venden libros tengan que conocer al dedillo todos los títulos de la literatura universal, por si acaso se presenta algún pedante ilustrado a pedirle las Vidas Paralelas de Plutarco. Es como si le exiges a un vendedor de ordenadores que sepa programar en Basic.

Este tío cada vez desvaría más.

ivancio

Una pizquita de humildad si tiene: "... y que nadie tenía obligación de conocer mi careto. Faltaría más..."

onnabancho

"Una atractiva jovencita muy maquillada, con falda corta y piernas espectaculares, se me paró delante"

El señor académico todavía no sabe que en cierto tipo de trabajos de cara al público, si no vas maquillada y con falditas te despiden, y si no eres mona directamente no te contratan.

"Después, cuando se alejaban, miré otra vez las piernas de la chica. Comprendía perfectamente al jefe. Hasta yo me habría suscrito, oigan. Al Círculo. A donde fuera."

El señor académico todavía cree que ser jefecillo equivale a tratar a las empleadas como un harén privado.

¿Por qué los artículos de A P-R acaban pareciendo sacados de una película del destape en cuanto aparece una mujer? ¿Soy acaso la única que se ha imaginado la escena con el Pajares de protagonista?

D

#3 Y tiene el don de dar cal y arena al mismo tiempo. Pone a parir al empleado pero añade que la culpa la tiene el empleador... por usar semejante inutil en ese puesto. Si vamos, para partirse. Sabrá él las condiciones de ese puesto de trabajo. A ver si ahora hay que ser licenciado en literatura para vender un puto libro de mierda con un trabajo temporal por cuatro duros. ¡Ah!, que no hace falta, que esas cosas hay que saberlas porque son cultura y si no eres un ignorante.

onnabancho

#15: Lo que el señor académico heterosexual ve es una mujer obligada a tener apariencia sexy bajo amenazas de despido. Si él reduce eso a piernas y tetas en vez de una trabajadora explotada... eh.

An66

Pobre chica, vaya corte que se llevaría. Me ocurrió una vez algo parecido con un amigo de un pueblo, que había conocido en un viaje, y estando en el pueblo comentando el viaje anterior dijo :"vamos al cine que hoy dan una buena", llegamos y, como ya estaba empezada, entramos deprisa al interior. Cuando salíamos le comenté que no habíamos pagado la entrada, y muy tranquilo me comenta: "Ah, no te preocupes, el cine es mío".
El cortado fuí yo, se me quedó cara de gilip***.

borre

#23 Para qué se van a molestar, mientras haya tetas y culos...

yemayax

#2 Totalmente de acuerdo. Poca humildad tiene este señor y muchas ganas de dejar en ridículo a una persona que bastante tiene con ese curro precario.

ArdiIIa

Hasta yo me habría suscrito, oigan. Al Círculo. A donde fuera.

Y yo...

MalditoFriki

Jeje, ya decía yo que era raro que Reverte dijera algo y no saliera en Menéame.

D

Uooo la niña bonita no me ha reconocido que soy supermegafomoso y supermegaimportante, pero no pasa nada porque tiene piernas bonitas y un pollazo, se lo perdonamos esta vez que además se ha mostrado correctamente avergonzada.

ANDA SE VAYA A LA MIERDA

D

[..]
Suelo comprar los deuvedés donde antes compraba los vídeos, en la sección adecuada de una tienda donde los empleados –casi todos mujeres– son extremadamente competentes. No recuerdo ni un solo caso en el que hayan consultado el ordenata para buscarme una película. Maribel, que así se llama la dependiente más veterana, y sus compañeras siempre saben si está agotada o no, si viene de camino o en qué lugar exacto se encuentra, y a menudo hasta la han visto, o la conocen. La de Grace Kelly, se dicen unas a otras. Con Cary Grant. Al fondo a la derecha. Ésa es la ventaja de que te atiendan personas para quienes el trabajo no significa sólo un mero trámite de jornada laboral. Puestos a ello, procuran desempeñarlo con eficacia y vergüenza torera.

No siempre es así, claro. Y cuando no lo es, se nota más. Es molesto decir hola, buenas, busco tal, y que el dependiente no tenga ni idea. O que le dé lo mismo colocarte jota que bolero. Eso, que en cualquier sitio resulta incómodo, se vuelve desagradable cuando hay cultura de por medio. Nadie entra en la librería o en una sección de música clásica como quien va a comprar ultramarinos –bellísima palabra, por cierto, que deberíamos usar más a menudo–. Siempre esperas, al menos, cierta correspondencia entre la materia y el agente que te la suministra, cuando no complicidad. Por eso ahí las decepciones son mayores. Más tristes los equívocos.

Mis libros los compro en librerías pequeñas, salvo excepciones. A veces hay prisas o circunstancias que me obligan a entrar en tiendas grandes. No tengo queja, aunque a veces se dan situaciones absurdas. Quiero decir que situar a un empleado analfabeto en una sección determinada puede no tener consecuencias graves para la buena marcha de una tienda en general; pero ponerlo a despachar libros es otra cosa. Pensaba en eso el otro día, cuando entré en la sección de librería de una tienda grande buscando un volumen concreto de las Vidas paralelas: Alejandro y César. La jovencita que me atendió no tenía ni idea de qué le estaba hablando. Le sonaba a chino. «Busque en Plutarco», sugerí. Al fin, voluntariosa, localizó la obra en el ordenador y trajo un ejemplar de la Colección Gredos. Plutarco. Vidas paralelas. Arístides, Catón. «Le pedí el que tiene las de Alejandro y César», dije. «No se preocupe –respondió convencida, radiante–. El ordenador dice que es obra completa.» Me llevó poco tiempo explicarle que las Vidas paralelas es obra completa, en efecto, pero repartida en varios volúmenes. Y que me había traído uno de ellos, mientras que yo le pedía otro. La moza lo entendió al fin, me trajo el libro correcto y nos separamos tan amigos. Pero no pude evitar preguntarme cuál era la preparación cultural, no de aquella chica, que trabajaba en donde podía, sino del responsable que la había puesto en la sección de librería, y no en la de cosméticos, por ejemplo. Ella habría sido más feliz, seguramente. Y los clientes también.

Mi episodio favorito con esto de los libros y quienes los venden ocurrió hace un par de años en la estación del AVE de Sevilla, y celebro tener hoy pretexto para contarlo. Estaba sentado en un banco, leyendo un libro mientras esperaba la salida de mi tren. Una atractiva jovencita muy maquillada, con falda corta y piernas espectaculares, se me paró delante, llevando en las manos una carpeta llena de papeles y una revista del Círculo de Lectores. «Hola –me tuteó sonriente, con tonillo frivolón y ligeramente pijolandio–. ¿Te gusta leer?» La miré por este orden: piernas, ojos, revista del Círculo. «Algo», respondí, cerrando el libro que tenía en las manos. Hizo entonces un simpático movimiento de caderas, sugerente, como en los anuncios de la tele. «¿Conoces el Círculo de Lectores?» La miré pensativo. Luego dirigí la vista hacia el escaparate de la librería de la estación, donde estaban expuestas dos novelas mías. «Fíjate si lo conozco –respondí–que en esa revista que tienes en las manos sale mi foto.» Me miró durante cuatro segundos, fijamente. «¿Co-como que tu foto?», balbució al fin. Tenía la misma sonrisa comercial que antes, pero un poquito rígida. Incrédula. «Sí –dije–. Anda, mira dentro.» Todavía sonreía como si se hubiera olvidado de dejar de hacerlo. Una sonrisa disecada. «¿Y co-cómo te llamas?», preguntó mientras pasaba páginas. Le dije mi nombre en el momento en que, supongo, llegaba a la doble página donde se anunciaba el último Alatriste: Corsarios de Levante. Entonces se le cayeron todos los papeles al suelo.

Al rato apareció con su superior, que andaba por allí. Se disculpó éste con mucho embarazo, y yo le dije que no tenía por qué. Que la vendedora era encantadora y que nadie tenía obligación de conocer mi careto. Faltaría más. Después, cuando se alejaban, miré otra vez las piernas de la chica. Comprendía perfectamente al jefe. Hasta yo me habría suscrito, oigan. Al Círculo. A donde fuera.

[..]

(tierra tragame, pensaría la representante del Circulo de Lectores)

D

#16 No necesariamente, pero la proporción no es pequeña. Además APR no dice que se apuntara

#17 Dudo mucho que no vea también la parte de explotación, pero cuando cuentas una anécdota no haces un tratado filosófico, normalmente. Si quieres, busca un artículo de APR en el que habla sobre una chica que trabajaba en un cine y luego me dices si no se fija en la explotación.

D

#14 ¿Qué problema hay en que reconozca que es un hombre heterosexual? Después de todo, si en CdL contratan a atractivas jovencitas muy maquilladas, con faldas cortas y piernas espectaculares es porque saben que como comerciales tienen ya una parte ganada. Para muchos hombres es MUY difícil decirle no a una chica joven y guapa, por mucho que sepan que deben decir que no.

criticaor

#23 tienes toda la razon, pero es igual aqui lo de siempre que es un cerdo machista prepotente y tal. De lo que narra el articulo en si, parece que aqui importa poco. En cuanto sale el Reverte a machacar... aunque tenga mas razon que un santo.
Y si a mi tambien me fastidia cuando el dependiente en cuestion no tiene ni puta idea de lo que le pido. Pero me fastidia mas cuando ves el poco interes en atenderte o buscar la informacion que necesitas, no es falta de conocimientos sobre el tema, es pura desidia. Mal remedio tiene eso. A mi poco me importa que la chica o el chico en cuestion sea mono/a. Me imagino que a Reverte tambien. Siempre que tengan un minimo conocimiento del tema que traen entre manos. Nadie se ha dado cuenta de que el aspecto fisico de Maribel y sus compañeras no ha sido mencionado...

#8 pues si, por tres meses se debería leer el puto catalogo y aprendérselo un poquito. Como mínimo. Y si no esta de acuerdo que se busque otro trabajo para el que este mejor cualificada y le motive mas. Es que leerse la revista/catalogo del circulo es una tortura... amos no fastidies

#20 todas las librerias tienen bases de datos con sus inventarios. Y si ademas el cliente tiene la informacion y te la da... ¿no puedes aprovecharla?. Lo que fastidia es que encima la gente vaya de listilla intentando meter gato por liebre por pura ignorancia, si no sabes, pregunta y seras un poco mas culto. O no preguntes y vive siempre en la ignorancia... creo que hay por hay una gotita de sabiduria popular que trata el tema

D

A mí me resulta imposible leer nada en esa estación por el ruido que hay. Mi enhorabuena para Reverte si consiguió leer una página entera.

Feagul

Me juego lo que quiera Sr Pérez-Reverte que le dejo trabajando 15 años a usted (un hombre que siempre hace relucir su cultura literaria) en una gran libreria y voy a pedirle unos libros y ni tiene ni idea de sus autores, si es una colección, una trilogía o que narices es.

Y si lo que quiere remarcar es la ineptitud en España no es necesario que se vaya a una librería, con ver algunas columnas de opinión en los principales periódicos nacionales o darse una vuelta por el palacio de congresos podrá distinguir a ese tipo de fauna abundante (y abundanta) en nuestro país. Pero con el valor añadido de cobrar un huevo y vivir como Dios.