El individuo que estaba detrás de los robos sacrílegos no era un codicioso coleccionista de arte religiosos sino un chaval que asaltó en dos ocasiones el templo parroquial de su pueblo, una pequeña y tranquila localidad de la provincia de Granada. La primera vez, se apoderó de una caja de herramientas y de las limosnas que los feligreses habían depositado en el cepillo; en la segunda vez arrambló con el mismísimo copón. El juez le ha condenado a seis meses de internamiento en un correccional y a seis más de libertad vigilada.
Comentarios
Yo robo copón y pongo condón
COPÓN con el muchacho!
Spoiler: Fue la hija del reverendo U_U
Jajajajajaja que bueno!