Hace 15 años | Por --117952-- a publico.es
Publicado hace 15 años por --117952-- a publico.es

Arrodillado, el dictador Francisco Franco oró unos instantes. El Obispo de Madrid, Leopoldo Eijo y Garay, le había dicho en la iglesia de las Salesas: "Nunca he incensado con tanta satisfacción como ahora lo hago con Vuestra Excelencia". Era el 20 de mayo de 1939, apenas un mes y medio después del fin de la Guerra Civil, y el Caudillo, triunfante, entregaba al Primado de España, el cardenal Isidro Gomá, su espada como símbolo de la "victoria" sobre la República.

Comentarios

D

Na, hombre, que ya se sabe que la guerra civil la perdieron los maestros y la ganaron los curas.

Piamonte

Conservo cuidadosamente un libro religioso de mi bisabuela, editado en 1932. Es una joya cuyo propósito es adoctrinar en el terror. Contiene numerosos ejemplos de gente que murió entre suplicios atroces o que fue condenada al fuego eterno, por contravenir normas religiosas. Y no se corta ni un pelo a la hora de insultar al liberalismo y al marxismo.

Me horrorizan las graves violaciones de derechos humanos que se cometieron contra el clero regular y secular y contra laicos por razones religiosas; también me parecen vomitivas las destrucciones de patrimonio artístico, y no legitimo ni remotamente la violencia contra la religiosidad. Pero la boca sucia de ese Gomá es heredera directa de un sectarismo insultante que la iglesia católica mostraba desde mucho antes de 1939.

D

#2 Efectivamente. Aquel odio contra las sotanas no surgió por casualidad ni por doctrina. Fué una reacción ante la propia historia de terror, imposición, hipocresía y la lucha del clero contra la emancipación del obrero.

Siendo injustificable cualquier acto de violencia... ¿cómo quitarse de encima la violencia que justifica, legitima, hace y anima el clero?

La democracia y los derechos humanos se han conseguido solo tras vencer por las armas a sus furibundos enemigos declarados. La teocracia lamentablemente fué y sigue siendo uno de sus peores enemigos.