Un juez y su esposa se denuncian mutuamente por agresiones. Algo curioso, porque el acusado ostenta ese cargo público, y por ello las imágenes televisadas dejan ver a su señoría acudiendo al juzgado con la compañía de su letrado, pero libre como un pájaro. Samuel, un espectador asiste atónito: A él lo condujeron al juzgado dos guardias civiles, esposado, y a su abogado de oficio lo conoció allí mismo. Era presunto maltratador y ella, presunta víctima, hasta que él no demostrara lo contrario. Así lo disponía la ley.
Comentarios
No se, será que no soy ningún experto en derecho, pero me sigue sin entrar en la cabeza la constitucionalidad de una ley que marca que si le doy una torta a mi mujer es un delito de violencia de género y si me la da ella a mi es una falta de lesiones.
Juraría que había leído en algún lado eso de la igualdad ante la ley...
El caso del que habla
Mismo delito, se pide distinta pena
Mismo delito, se pide distinta pena
elmundo.es#3 Juraría que había leído en algún lado eso de la igualdad ante la ley...
Pregunta en el Ministerio de Igualdad, que de eso deben saber mucho.
#8 ¿Donde las miembras? Me parece que ahí no tienen ni puta idea de eso. Y perdón por la grosería.
No serás experto en derecho , pero tienes más sentido común que la mayoría de los expertos en derecho, entre los que, por desgracia, me incluyo.
Que triste que se discrimine de esa forma a la gente, porque ostenta un cargo.
Es más, que triste que una ley discrimine a una persona por su sexo.
#10 Pensé que era un relato. En cualquier caso, una injusticia más de nuestro ridículo sistema penal.
#1 Ok, lo edito.
que pais vivimos señor
#1 Es más elegante volverse al más próximo y decir "No se preocupe, diremos que he sido yo"
"Si yo fuera juez (relato corto)."
lo demás sobra.
Si yo fuera juez me tiraría un buen pedo y diría que fue otro terminando la frase con un martillazo de esos!